Hoy me levanté muy temprano para estudiar porque tengo prueba. El problema es que no puedo concentrarme, me cuelgo con cualquier cosa, recién vino el gato y me lo quedé mirando diez minutos, pensando en qué haría yo si fuese gato, ¿vos entendés lo que es eso? ¡Diez minutos pensando una idiotez! Miro el reloj, balanceo las piernas una y otra vez, te miro. Otra vez el reloj. Nunca me decido a estudiar. Ahora yo digo ¿no?, ¿qué podría pasar si no estudio? No tengo que hacerlo porque si no me voy a sacar un uno, bah no creo. Con lo que vimos en clase voy más o menos bien, no re bien, pero para un cuatro o un cinco estoy, ¡como si fuese mucho! jajá…
No me hagás caso soy una vaga. A ver si te ponés un poco más dulce, estas más amargo que mi abuela; y no te pienso cambiar la yerba, ya te la cambie dos veces. Bueno te sigo contando... si no apruebo, mi mamá me va a volver loca, voy a tener que dar el recuperatorio o estudiar bien para las otras pruebas, para que me dé el promedio...¿y si me pongo a estudiar y me dejo de dar vueltas? ¡No!, realmente no tengo ganas, es muy temprano y prefiero dormir un rato mas apoyada en la mesa.
¿Qué hora es? Son las cinco y media ¿si duermo una horita más?, cuando se levante mi mamá va a pensar que estudié; pero cuando traiga la nota se va a dar cuenta que ni me preocupé en leer. Bueno ¿qué va a ser?, no me queda otra que ponerme a estudiar; voy a poner la pava, te cambio la yerba, me tomo un cuarto de termo y después… ¡bueno está bien me voy a estudiar ya!
Camila 3º “A”
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